Ir al contenido principal

LUZ DE LUNA


1 / 2
LUZ DE LUNA

Llevábamos ocho días a la deriva cuando me atreví a decirlo. No habíamos podido rescatar ningún alimento del barco, éste se hundió sin más y el otro bote había sido arrastrado por la corriente. Yo siempre me preguntaba si mi hermano estaría bien y quiénes irían con él. Los primeros días se me iban en pensar en que apenas llegáramos a tierra firme tenía que salir a buscarlo, iba a organizar una misión de rescate hasta que pudiéramos dar con él; pero pasada la primera semana ya me preocupaba por mí mismo, no era tanto la falta de comida sino la falta de agua y de abrigo. Me imaginaba que también Rogelio había llegado a pensar lo mismo que yo, de Juan no me hacía todavía una idea.
Las palabras se me salían de la boca, primero me saqué la verga, oriné un poco en mi mano y bebí lo que pude. Mi orina era cada vez más amarilla y espesa.
—Saben, hace tiempo mi hermano se hizo la vasectomía, y yo le pregunté que ahora qué iba a suceder, mi duda era qué ocurría físicamente, y él me dijo que nada, que eyaculaba normal sólo que sin espermatozoides, que el líquido era igual pero que ya no podría tener más hijos; yo no entendía a dónde se iba lo que ya no eyaculaba, pero él me explicó que lo absorbía el cuerpo, que básicamente el semen tiene muchas proteínas y que los espermas que se quedaban en él nutrían todos sus órganos a través de la sangre, que lo mismo pasa cuando uno es adolescente y no sabe masturbarse, que todo se le queda adentro y el cuerpo lo absorbe y lo aprovecha —les dije mientras sostenía mi verga de cara al mar.
—Sí, yo también lo he escuchado alguna vez, mi primo es enfermero —contestó Rogelio.
—Ya vi por dónde van, y no. No la chinguen, yo no voy a comer semen, ¡qué puto asco! Seguro que no tardan en rescatarnos —reclamó Juan.
—Si no lo haces te vas a morir, cabrón, ¿crees que estaríamos hablando de esto si no fuera necesario?, reacciona, chingadamadre —soltó Rogelio y yo asentí en silencio.
Las horas pasaron incómodas y calladas bajo un sol que, con ayuda de la humedad del mar, nos agrietaba la piel. En la noche me acerqué a Rogelio, lo desperté y hablamos de la importancia de hacer que Juan entrara en razón. Ambos llegamos a la conclusión de que iba a ser imposible, así que decidimos tomar las cosas en nuestras manos y recurrir a la fuerza, después de todo era por su propio bien. Fue así que yo sujeté a Juan por la espalda mientras Rogelio se masturbaba frente a él, le metí una pequeña tabla en la boca para que no pudiera cerrarla y Rogelio eyaculó en su lengua mientras le echaba la cabeza para atrás, entonces le colocó los dedos en los ojos y lo amenazó con sacárselos si no se tragaba el semen. Nos llevó un rato pero al final el líquido escurrió dentro de su garganta; al liberarlo trató de golpearnos, pero lo contuvimos y estuvo forcejeando hasta que se echó a llorar. Al final se arrastró hacia una esquina donde escuchamos sus sollozos hasta que se quedó dormido. Entonces nos encontramos con un problema. Rogelio no iba a poder eyacular tan rápido otra vez, al menos no en una buena cantidad, fue así que resolvimos que yo me iba a masturbar en su boca, luego él agarró por sorpresa a Juan y yo lo masturbé hasta que se corrió en mi lengua, entonces siguió llorando espantado. Cuando despertamos al día siguiente fue algo raro, pero de alguna manera todos pudimos notar que nos sentíamos mejor. Al anochecer yo volví a sujetar a Juan, aunque ya no opuso tanta resistencia, y seguimos el orden del día anterior. Aquello se volvió rutina, resolvimos que lo teníamos que hacer más veces al día, Rogelio y yo estuvimos de acuerdo. Una mañana, antes de comenzar, les comenté que los días se estaban volviendo cada vez más fríos, y que el procurarnos un poco de

2 / 2
placer no nos iba a venir nada mal, les expliqué que si ya estábamos poniendo nuestros penes tan cerca de nuestras bocas y eyaculando en ellas, bien valdría la pena hacer un esfuerzo extra que nos provocara un poco de placer, algo que aligerara este peso de vivir a la deriva lejos de todo y con tantas carencias, les sugerí introducir dichos penes en nuestras respectivas bocas, que iba a ser algo difícil pero que terminaría siendo de gran ayuda y que quien estuviera introduciendo el pene debería de comprometerse a eyacular lo más pronto que le fuera posible y a no tocar el cabello de la otra persona ni realizar caricia alguna que se pudiera malinterpretar y causar algún conflicto que terminara por perjudicarnos más adelante en estos días ya de por sí complicados. Juan se negó rotundamente y Rogelio se quedó dudando durante un largo rato pero al final aceptó vacilante. Nuevamente tuvimos que forzar a Juan, y tengo que decir que Rogelio hizo un pésimo trabajo los primeros días, pero con base en instrucciones todo fue mejorando. Una noche estaba tratando de orinar sobre mi mano cuando Juan se me acercó, me dijo que era gay, que ya hacía tiempo que lo había venido pensando pero que se había negado a aceptarlo, que tenía esposa e hijos, que había tenido otras mujeres pero que de alguna manera siempre se había sentido mal, y que ahora al fin lo podía decir porque se sentía seguro de sí mismo, y que si no se atrevía a abrirse bajo estas circunstancias tan particulares seguramente no iba a poder hacerlo bajo ninguna otra situación. También me dijo que de ahora en adelante él se ofrecía a realizarnos sexo oral para que nosotros sólo tuviéramos que recibir el semen sin pasar por todo aquello, dijo además que podíamos sentirnos libres de usar su ano si así lo considerábamos necesario, que después de todo lo que ya habíamos pasado eso sería lo de menos, y eso sin contar que podía ayudarnos a sentir menos frío por las noches. Juan recién había acabado de hablar cuando Rogelio le dio un puñetazo en la sien haciéndolo perder el equilibrio, ya en el piso yo le solté una patada en la cabeza y Rogelio le dio un golpe y luego otro y luego otro y seguimos hasta agotarnos. Rogelio le metió la cabeza al mar por varios minutos hasta que dejaron de salir burbujas. Una vez que nos aseguramos de que estaba muerto lo volvimos a colocar en el bote.  
—Gracias, yo me contuve todo lo que pude, pero era lo que había que hacer —le dije.
—Claro, una cosa es tener que tomar ciertas medidas por una cuestión de supervivencia, pero de ahí a aceptar mariconadas. No, señor —respondió.
—Y pensar que te la estuvo chupando un joto —agregué.
—Y qué me dices tú, que se la estuviste mamando a un maricón —contestó molesto—. Esto se tiene que quedar aquí —me dijo.
—Esto se tiene que quedar aquí —le contesté.

Entonces, al ser ya solamente dos, platicamos con más confianza sobre todos nuestros asuntos y al final decidimos, que para ahorrar tiempo y energía iba a ser mejor que comenzáramos a hacernos sexo oral al mismo tiempo, así que nos recostamos cada uno con la pelvis del otro en nuestros rostros, nos bajamos los pantalones e introdujimos cada uno el pene del otro en nuestras bocas, en el bote, junto al cadáver de Juan, bajo la luz de la luna.


Comentarios

Entradas populares de este blog

PROYECTO JULIETA

15/12/07 Querida Julieta: Es perfectamente comprensible todo lo que dijiste la vez anterior, pero por encima de todos esos insultos y verdades absolutas, además de concretas, yo creo que no te rehusarás a dedicarme un tiempo con el siguiente asunto... antes de comenzar a explicarte, quiero que sepas que ya no estoy bebiendo como antes, y sí es más o menos seguido, no te voy a mentir, pero las cantidades son ya menores. Y también quiero que sepas que lo de mi hígado nada tiene que ver. ...sabes... en alguna parte del mundo, en algún momento que no recuerdo del todo, estaban construyendo una especie de túneles circulares o algo así. La cosa es que querían hacer chocar dos partículas, no podría asegurar ahora si átomos, protones, electrones, pero una cosa pequeña, pues. Y sí, ya sé que a ti no te gustan ese tipo de cosas científicas, y sabes bien que a mí tampoco me gustan, pero pretendo llegar a un punto que es preferible no decir de golpe porque tirarías a la basura esta carta s

JUSTOS POR PECADORES

- Y si me dejas ponerlo tantito por detrás - No. Me va doler - Pero es mi cumpleaños - Eso no tiene nada qué ver - ¿Te lo hicieron y te dolió? - No - Yo creí que te lo habían hecho mal, sin dilatarte como se debe, y que ahora pagábamos justos por pecadores - Dudo mucho que mientras me pides sexo anal aplique eso de “justos por pecadores” - Detalles  Era el primer día que no llovía en una semana que había estado de la verga, y coincidía que era mi cumpleaños. Llegué a casa de Rocío todo mojado, por los charcos que aún permanecían y los conductores pendejos que siempre sobraban. Me prestó un short y una sudadera en lo que mi ropa se secaba “te vas a enfermar” había dicho ella, y me ofreció bañarme cuando sus padres al fin se fueron. Hacía meses que habían dejado de preocuparse, debieron entrar en razón y aceptar que las cosas que les preocupan pueden suceder a cualquier hora y en cualquier lugar,